Han pasado nueve meses desde que el 13 de marzo pasado el gobierno declarara el estado de alarma. Ahora, tras un largo periplo, estamos a la espera de una próxima distribución de la vacuna que ponga fin a la pandemia. Es posible que estemos en los inicios del fin de la Covid-19, pero cuando llegará una vacuna contra la pandemia del edadismo?
99% de las víctimas producidas por los efectos del COVID-19 tiene más de 50 años
Este dato es abrumador. La pandemia, como sucede con todas las desgracias, ha repartido su suerte de forma desigual, o mejor, dicho, profundizando en las desigualdades. No ha afectado igual económicamente ni a todos los sectores, ni a todos los países, (China prevé cerrar el año con un crecimiento del 2%), ni por supuesto a todas las personas. Los 2.000 multimillonarios más ricos del mundo han aumentado su fortuna casi un 30% mientras millones de personas pierden el empleo en todo el mundo. De igual manera sucede con la salud, en este caso con su lado más dramático.
Recientemente el INE (Instituto Nacional de Estadística) ha publicado sus proyecciones, dentro de lo que denominan «estadística experimental», acerca de los fallecimientos en la pandemia española, provocando una corrección sobre los datos oficiales de muertes por el Covid-19. Esto que ya era un clamor ha puesto negro sobre blanco estimaciones anteriores realizadas por organismos como el MoMo que monitoriza la mortandad y advertían de un «exceso» no recogido en los datos del Ministerio de Salud.
Los datos del INE siguiendo la pauta del MoMo advierten de una «diferencia de fallecimientos» cuyo origen remiten al coronavirus. o que el INE viene a decir es que la Covid-19 ha contribuido decisivamente a acabar con la vida de estas personas. En concreto ha contribuido con un incremento de casi un 20% frente a lo que era de esperar, hasta el 22 de noviembre, según la última actualización cuando redactamos este artículo. Si analizamos los datos llegamos a la conclusión del titular, el 99% de las personas fallecidas tenían más de 50 años.
Este dato, quizá nos ayude a entender comportamientos e incluso decisiones. Pero antes de precipitarnos en las conclusiones aconsejo detenerse un poco en los datos que ilustramos con la siguiente gráfica:

Un análisis en detalle nos revela, por ejemplo, que el 80% de las personas fallecidas tenía más de 75 años, y que los mayores de 85 años representan el 53%.
El total de este exceso de fallecimientos suma 70.000 personas, esto es más de 7.700 fallecimientos mensuales. Se estima que en la cruenta guerra civil española las víctimas llegaron a las 15.000 al mes.

Pero la tragedia, aunque parece remitir, no ha acabado. De hecho en noviembre las víctimas se cifraron en 9.200.
Pero quizá uno de los problemas es que, a fuerza de reducir la situación a cifras nos hemos acostumbrado a estas pérdidas, como si fuera algo inexorable, ante lo que no podemos hacer nada, y que sucede en los márgenes de nuestra vida, como cuando vemos un accidente en la autopista. Ya saben, la norma es no detenerse, no parar la circulación. Aunque no para todos, muy recientemente Angela Merkel ha clamado ante esta «normalidad», solicitando medidas para combatirla
Veremos que sucede en Alemania, cual es el eco de esta queja. Aunque no debiéramos ser muy optimistas. Seguramente la edad de las personas fallecidas en Alemania no será muy diferente, y, como sucede aquí, si mantenemos la mirada al frente no pondremos en riesgo lo que queremos. Esto es, las otrora vacaciones de verano, podremos ir de bares, convocar elecciones si hiciera falta, viajar sin restricciones, montar fiestas de Navidad etc. etc.
Vacunas contra el edadismo
Obviamente no se trata de perjudicar a nadie, sino de ser conscientes de en quienes están impactando nuestras decisiones, e incorporar sus puntos de vista en las mismas. Esto es empoderar a los mayores, y no solo tratarlos desde la perspectiva asistencial.
Hasta ahora hemos visto como las las decisiones políticas se consultan con patronales y sindicatos mayoritarios. Pero, vistos los datos, ¿no habría que tener más en cuenta a las potenciales víctimas en el diseño de las medidas contra la pandemia?
El edadismo no ha nacido con la Covid-19, pero si hasta hace pocos se cebaba con prejubilaciones, cuestionamiento de las pensiones…, ahora está mostrando su cara más sangrante. Y está poniendo en evidencia un déficit social relevante. Los mayores no cuentan, o lo que es lo mismo, la sociedad no cuenta con sus mayores. Pero sistémicamente están (estamos) descontados, una desaparición prematura no afecta (salvo en el seno de sus familias).
Esto, que hasta hace no mucho, era un defecto «menor», los mayores eran pocos y vivían menos, dada la longevidad creciente, va a pasar ser una «anomalía» que puede poner en problemas el sistema. Porque, ¿hasta cuando lo va a seguir tolerando el colectivo senior? Necesitamos empezar a diseñar vacunas contra el edadismo, entre todos.
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