EL PELIGRO DE SOLUCIONAR TODO A TUS HIJOS ADULTOS

Hijos adultos – Fuente: Sebastiaan Stam

¿Cuándo cruzamos la línea de padres/madres a criados-rescatadores de hijos adultos?

Seguramente tu también conoces familias donde los padres todavía pagan los gastos de los hijos mayores, teóricamente “independientes”. Han domiciliado en la cuenta familiar las facturas del móvil de tus hijos, les ayudan con algo en metálico, con las cuotas del gimnasio, comida, ropa, conciertos, viajes… Un reciente informe ha puesto al descubierto que los padres británicos ayudan hasta con un 30% de sus pensiones a sus descendientes.

Es comprensible echar una mano cuando se está pasando un mal momento. Pongamos por caso que tu hijo ha perdido el empleo y necesita un poco de ayuda. Pero si el apoyo a la descendencia adulta se prolonga durante meses o años, se está contribuyendo a alimentar la idea, errónea, de que se tiene derecho a todo.

Es probable que cuando decidieras tener familia, seguramente hace ya unas décadas, lo hicieras con una generosidad y una entrega inquebrantables. Pero seguro que también recuerdas momentos en los que tuviste que apartarte y observar cómo tus hijos se enfrentaban a sus propias dificultades. Porque eras conscientes de que necesitaban forjar su propio carácter para aprender a sobrevivir en la vida.

Lamentablemente hay padres que se han convertido en rescatadores de sus hijos adultos, generando una resbaladiza confusión entre amor y apoyo económico o dedicación. Piensan, erróneamente, que sus hijos les querrán más si les ayudan con dinero, o con algunos favores que «engrasan» la relación.

Sin duda, lo volvemos a repetir, se puede ayudar de vez en cuando, pero ¿cuándo cruzamos la línea de padres a criados-rescatadores para nuestros hijos adultos?

Para descubrirlo responde estas preguntas

  1. ¿Te responsabilizas de una parte significativa de los gastos de tus hijos, aunque eso sea una carga importante para tu propio presupuesto?
  2. ¿Asumes el rol de solucionador de problemas para tu hijo adulto y corres a rescatarlo (en todos los sentidos) sin tener en cuenta el esfuerzo que esto te pueda suponer?
  3. ¿Le prestas dinero continuamente cuando carece de ingresos propios (aunque no muestre ningún interés para buscar trabajo) o cuando ha gastado demasiado en caprichos, vacaciones, etc.?
  4. Cuando le niega ayuda o dinero a tu hijo y este responde de forma irrespetuosa, ¿acabas cediendo para evitar un drama familiar o un comportamiento indeseado?

Si has respondido «sí» a estas preguntas, ha llegado la hora de establecer límites con tu hijo adulto para evitar un clima de dependencia.

Respuestas para hijos adultos

Hay varias maneras de establecer una relación más saludable, y además ayudarles a convertirse en adultos independientes:

Esto no te convierte en un mal padre o madre; sino en uno más responsable, ya que decides hacer algo mucho mas importante, enseñarle a tu hijo a ser más autosuficiente.

Si te acusan de ser injusto o de no hacer lo que tu hijo espera, medítalo. No caigas en la trampa del chantaje emocional. Mantente firme, analiza lo que está pasando y establece límites sobre qué y cuánto estás dispuesto a hacer por tu hijo adulto, y busca alternativas.

Por ejemplo, si te piden repetidamente que vayas a recogerlos al aeropuerto cuando llegan de sus viajes, sugiérele que usen una app para compartir traslados. Si te piden dinero con frecuencia (dinero que no se te devolverá), recuérdales que no eres su banca personal, pero que le puede ayudar a ordenar y priorizar los gastos.

Lo más probable es que tu hijo adulto, descubra los beneficios de ser independiente y vaya aceptando el hecho de que tú eres su progenitor, pero no su financiero. Es importante aclarar las diferencias.

Si surge una situación que hace necesario ofrecer apoyo financiero a tu hijo adulto, antes de ofrecerle una solución, analiza con él las cantidades y también las devoluciones. Y, si llegado el caso, no pudiera devolver el dinero, diseña con él un plan imaginativo para que pueda convertir la deuda en servicios a la familia. A través de actividades como lavar el coche, hacer recados, ordenar el trastero, reparar o pintar alguna habitación, etc.

Si has decidido hacer un regalo o un favor a tu hijo adulto, no se lo eches en cara. Un regalo es un regalo, y si tí lo aprovechas con fines emocionales o amenazas con incumplir algo que ya has prometido, crearás desconfianza y confusión. Si más tarde te arrepiente de tu oferta de ayuda, aprende de la experiencia y reconsidera esta decisión para la próxima vez.

Haz tus regalos y favores porque quieres hacerlos, no porque esperes algo a cambio. Y si no recibes su agradecimiento, expresa tu desagrado con calma, pero sin menosprecio ni sermones. Hazles saber que un simple «gracias» será suficiente cada vez que hagas algo especial para ellos.

Si tienes muchos préstamos, sobrepasas el límite de tu tarjeta de crédito o estás evitando llamadas de acreedores, estarás dando un mal ejemplo.

Este tipo de comportamiento traslada un mensaje contraproducente, gastar más de la cuenta y no responsabilizarse de las deudas es aceptable. Tus hijos pueden sentirse legitimados para seguir el mal ejemplo. Hazte cargo de tus gastos y de tus deudas con un estilo de vida coherente con tus posibilidades.

Ya sea un paseo, una merienda, una cena, ir la cine o a pasar unas vacaciones con tus hijos adultos, despeja la cuestión económica en cuanto puedas. ¿Vas a hacerte cargo de todo, o esperas que ellos contribuyan con algo? Decide el plan con ellos y luego disfruta a tope del tiempo que vais a pasar juntos.

Al ayudar a tus hijos adultos a concentrarse en la experiencia más que en el gasto, estarás reforzando el vínculo familiar y creando recuerdos que durarán toda la vida.

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